TRILOGÍA DE CARNAVAL
SALIÓ
TRILOGÍA DE CARNAVAL (parte 1)
A mi abuelo, el Pocho, con cariño y profunda admiración. ¡Gracias!
Sale el camión y no toco el piso con los pies. Parece que el motor acompaña el ritmo. Hay muchas voces y algunas desentonan. No importa, tengo la sonrisa marcada, los ojos más grandes de lo que en realidad son. Hoy me tocó azul y verde, quedó muy bueno. Lleva mucho tiempo que todos quedemos brillando. Hay muchos que corren, otros cosen a último momento, hay quienes golpean el costado del camión, otros siguen ensayando, se escuchan voces. Una botella vuela y cae en manos de otro para matar ese frío de garganta. Mis pies siguen colgados del camión, miro mi cara, es muy distinta, todos son distintos hoy y algunos me dan risa. El chofer está muy loco, grita cuando suben, grita cuando bajan, grita cuando cruzan la calle, grita cuando alguien no lo deja pasar… va muy apurado. Todos quieren llegar. Pero a mí me gusta el viaje. Una señora saluda, se le devuelve una sonrisa y algunos versos que son muy distintos a los que se le habían dedicado a otros que cruzamos en el semáforo. El loco siempre en la estación, cuando pasamos por ahí, un verso de respeto y alegría saludando con el gorro a su memoria. Hay que llegar con tiempo, a mi me gusta el viaje. El motor se apaga. Solo se escuchan los platos, le avisamos a la gente que llegamos para que se empiece a arrimar. Vino el viejo, claro, no se lo podía perder, él me entiende, él ya la vivió… creo que me tienen que arreglar el ojo, una emoción se desprendió y corrió por la mejilla. Se escuchan todos juntos, queda poco tiempo, yo bajito, dicen que vengo para hacer reír, me quedo esperando en la punta. El ritmo se contagia, todos lo conocen. Hay que armarse en las maderas, está lleno. Creo que otra vez me tienen que arreglar el ojo, son muchas las que se están desprendiendo, pero ya no hay tiempo. ¡Vamo’ arriba con todo! ¡Gracias che…! ¡Gracias viejo, esta va por vos! Y ya los veo a todos…
TRÉ
TRILOGÍA DE CARNAVAL (parte 2)
Creo que me tienen que arreglar el ojo. No se puede creer lo que vemos, no sé lo que sentimos. No se puede arrancar, no nos escuchamos, no dejan de gritarnos. Otra vez, gracias che… Hay que arrancar, por el medio se escucha más bajo, no puedo más de la emoción. El viaje estuvo bueno, pero esto es mucho mejor, indescriptible, apasionante, único. No alcanzo a ver al viejo, se me confunde entre tantos pelados. Intento mirar otra vez ella está ahí, su sonrisa… definitivamente ya no me pueden arreglar el ojo… va a tener que quedar así. La gente se ríe, parece que estamos bien. A veces quedamos apretados, atrás todo ocurre más rápido que acá. Allá en la punta la señora no para de reír, acá adelante con ella; ella también conmigo. Los aplausos caen junto a la noche. El veterano ése habla para los dos lados y aplaude, mueve la cabeza con gesto de aprobación, admiración y satisfacción. Veo como todos disfrutamos, corremos, saltamos, reímos. Nos rompemos las gargantas, desgarradas como el pantalón aquél que seguramente le pongan un alfiler cuando vaya para atrás para que no se note. Mis pies tiemblan sobre las maderas, las maderas tiemblan por mis pies. Cada vez que cambia el ritmo me emociona. Allá está el viejo, menos mal, no podía terminar sin verlo. Ya casi no hay pintura en la cara. La luz que nos está diciendo que el tiempo terminó, el reloj nos guardó una aguja para bajar. Es la última voz y el cielo pintado de colores por sombreros volando, las palmas se juntan de todos los que ahí estaban y no dejan de sonar. La barriada de pie, alguna lágrima, muchas risas, euforia y nombres saludando. Cansados y abrazados hay que ir bajando. La sonrisa no está pintada, ahora es así. Ellas me agarran y me abrazan, el viejo me saluda emocionado moviendo la cabeza, agradeciendo poder estar aquí, ya no hay ojo que arreglar, dejamos la vida ahí y fue un honor. ¡Salú gente, salú!
SALÚ
TRILOGÍA DE CARNAVAL (parte 3)
Solo son abrazos, gritos, saludos. A éste lo conozco pero este otro yo que sé quién es. Saltando con ellos vamos avanzando, con ella en mis hombros buscando al viejo. Por el corredor avanzamos y mil manos en mis manos me saludan. Adelante aplauden, atrás saltan, otros que se la saben acompañan. Ya terminó y no quiero que termine. Habrá que volver pero hoy es la fiesta, la bacanal que nos vino a visitar y al final había llegado para quedarse. Todavía no subimos cuatro escalones, no se puede, no nos dejan, yo no tengo problema, no me quiero ir, En mis hombros la alegría que ha sido pintada con lo poco que me quedó, mi sonrisa que es la de ella. Hay que avanzar y se sigue escuchando, acompañados, el pasillo se hace más apretado. Los colores iluminan la noche que suena y que retumba en el alma de todos. Ya vamos llegando al pedregullo y muchos más que allí nos esperan, gritando, saltando, coreando, abrazando. Sé que no me lo voy a olvidar nunca más y allí el viejo, se acerca y me abraza, como puede… rompemos las gargantas mientras somos uno solo, mi cara pasada en la de él, ahora son más ojos que arreglar. Mi sombrero le tapa la pelada, le agradezco que esté aquí y tres palabras que me quedarán para siempre. Alguien arrima un vaso, otro con la botella, seguramente la misma que voló allá por el camión. Hay que festejar, hay mucho por lo que festejar. Salió notable, la barriada agradecida y el abrazo profundo entre todos que no puede faltar. Mis pies ya no cuelgan, ya no tiemblan, simplemente están ahí, creo que están, pateando piedritas y esperando, esperando en realidad que no termine. ¡Apaguen el motor que me volvieron a abrazar…! ¡Salú!
Baqo